Bofetadas que Seducen (Cómo escribir con Eficacia)
Aquel grito enfurecido, seguido de un golpe seco del puño contra el reposabrazos y el rostro desencajado por la indignación, rompió el calmo silencio de un instante atrás. Nada hacía sospechar el motivo.
Desde fuera, se veía a un hombre leyendo plácidamente en un sofá. Desde dentro, el lector estaba atrapado en una historia que lo había transportado al punto de estallar indignado, para un segundo después ”despertar” a la realidad y avergonzado pedir perdón.
Francisco Umbral sostiene que ”Escribir bien no es escribir bonito, sino escribir eficaz, conseguir que las ideas, las imágenes y hasta las bofetadas, lleguen al lector de una manera inmediata, caliente y viviente.”
Si esto es necesario para los escritores y periodistas, que tienen un público dispuesto a pagar por leerlos, lo es mucho más para quienes escriben con el objetivo de vender productos y servicios, por cuyos textos nadie está dispuesto a dar un céntimo. Por lo tanto, si los primeros se esfuerzan, a los segundos les va la vida en ello. Así que aquí te dejamos algunas pautas que conviene que sigas para poder salir lo más airoso de la batalla por conseguir seducir a tu cliente potencial y atraparlo con tus argumentos de venta.
- Olvídate de ti mismo. Sólo piensa en el lector. Recuerda que lo que está etiquetado como ”publicidad” en la mente de la gente es sinónimo de papelera (física o virtual). El problema de muchas empresas y publicistas, es que piensan antes en sí mismos que en el receptor del mensaje. ¿A quién le importa que tu fabulosa empresa sea especialista en lo que sea? Al lector sólo le importa él y sus intereses. Así que tu mensaje lo enfocas para él y sus intereses o irremediablemente naufragará.
Como bien dice el especialista en marketing directo, Santiago Rodríguez: ”Hay que ponerse en lugar del lector. Oírnos desde él. Redactar no es llenar páginas, sino corazones.” - Di sin rodeos qué gana el lector. El beneficio que va a obtener quien te esté leyendo debe estar en la ”portada del libro”. Debe ser tan evidente como un elefante en medio del salón.
- Pon en escena el beneficio. Eres más claro y convincente cuando hablas mediante metáforas, comparaciones, o figuras retóricas elocuentes. ¿Tu producto o servicio hará feliz al cliente? lo convencerás más si le dices que será ”Más feliz que MacGyver en una ferretería”.
- Garantiza… con moderación. Es importante ofrecer garantías de lo que prometes. ”Si no aprendes el idioma en 8 meses, te devolvemos tu dinero”. ”Si en 5 sesiones no es efectiva la depilación, te regalamos 5 sesiones más”. Pero cuidado, no te pases con las garantías porque puedes despertar sospechas… ”¿Por qué tienen que dar tantas garantías? jjmmm…”
- Es mejor ser 332 veces específico, que ”muy” específico. Evita la generalización y concreta. Convencerás menos si dices que ”miles de usuarios están satisfechos” que si afirmas que ”332 usuarios expresaron su satisfacción por escrito”.
- Di qué hay que hacer. Hace un tiempo se lanzó una campaña de eMailers muy llamativa. Logró un índice de aperturas más alto de lo normal. Sin embargo, prácticamente nadie respondió interesándose por el servicio ofrecido. ¿Por qué fue tan ineficaz siendo tan leída? Por que en ninguna parte del mensaje se decía qué había que hacer. ¿El servicio se podía contratar? ¿Había que llamar por teléfono? ¿Escribir un email? ¿Rellenar un formulario? ¿Dirigirse a una web? No había ninguna llamada a una acción concreta.
Es importante que dejes muy claro qué se espera que haga el posible cliente. - Mide tus palabras. Cuida el tipo de palabras que pones, como el largo del párrafo y el concepto. Es mejor poner nombres y verbos, antes que adjetivos y adverbios. No extiendas un párrafo más de seis líneas. Y pon una sola idea por frase.
- La extensión, tanta como tu historia. El gran debate entre si los textos deben ser largos o cortos, en realidad se resuelven en esta ”ecuación”: la extensión debe ser directamente proporcional al argumento que tenga tu historia.
Si no te quedan argumentos, no tiene sentido que alargues el texto. Te repetirías y el lector
huiría. Si tienes más cosas interesantes que contar y por hacerla corta, las dejas fuera, posiblemente sepa a poco y pierdas efectividad. Así que… extiéndete mientras tengas cosas interesantes que contar, ni más, ni menos.
Para terminar, no por falta de argumento, sino por principios didácticos ;), te vamos a poner un ejercicio. Acabas de leer este post, tu deber consiste en comprobar si cumple o no con las ocho pautas que exponemos. No te cortes. Deja abajo tu comentario diciendo lo que crees que faltó y lo que crees que sí cumplió. Te advertimos que hemos transgredido nuestras propias prédicas. ¿Te atreves a descubrir nuestros pecadillos?