El iPhone que Jobs sepultó
El primer iPhone de Apple ya estaba a punto de salir al mercado. Pero aquel lunes por la mañana Steve Jobs le dijo a su equipo de diseño ”Chicos, sé que os habéis estado matando con este diseño durante los últimos nueve meses, pero vamos a cambiarlo. Todos vamos a tener que trabajar por las noches y durante los fines de semana, y si queréis podemos repartir algunas pistolas para que podáis matarnos ahora”.*
Ese ”cambiarlo” suponía rehacer las placas base, la disposición del procesador interior, la antena, en fin, rehacerlo nuevamente. Representaba otros tantos meses de trabajo y otros cuantos gastos. Seguramente otra empresa, hubiera lanzado el producto porque ya estaba listo, era bueno y no estarían dispuestos a perder dinero. Pero el iPhone que nunca llegamos a conocer porque Jobs lo sepultó antes que viera la luz, nos dejó algunas lecciones que son claves para garantizar el éxito de una empresa.
Seguramente te preguntarás ¿por qué lo cambió si ya estaba listo? En resumen, se trataba de una cuestión de concepto que nos llevaría un poco explicar y no es el propósito de este post, pero si quieres saber más, te aconsejamos que leas la biografía cuya referencia está al final. Lo importante, es que el motivo del ”reinicio” del iPhone después de tenerlo a punto responde a tres razones que han sido la clave de la resurrección de Apple hasta convertirla en una de las empresas más valoradas del mundo. Y esas lecciones son las que debemos saber.
1. ¿En qué te centras? ¿Cuál es el objetivo de la gran mayoría de las empresas?: obtener beneficios, ganar dinero. Y, evidentemente, si no se consiguen beneficios es imposible que la empresa funcione. Pero cuando una empresa sólo se centra en sus beneficios, y lo pone como su principal prioridad, puede ocurrir lo que le pasó a Apple cuando echaron a Jobs y asumió John Sculley. Se centró en lograr los máximos beneficios, y beneficios, y más beneficios… y perdió la razón de ser, el espíritu con el que nació la compañía, y la empresa estuvo al borde de desaparecer. Según el propio Jobs, Apple resurgió porque ”la motivación eran los propios productos, no los beneficios… la motivación era crear una empresa que durase en el tiempo.”
Los beneficios son una consecuencia, no el objetivo. Las empresas realmente grandes, las que hacen una contribución real a la sociedad y representan y transmiten valores que perduran durante generaciones, tienen eso muy claro. Por ejemplo, Hewlett-Packard, Disney, Intel, Ford (en su origen)… ¿Cuál es el objetivo, la prioridad de tu empresa? Ahí está la clave.
2. ¡Puedes hacerlo! El rediseñado iPhone incluía un importante cambio: el cristal. No se fabricaba el que se quería. Implicaba un desafío de ingeniería y adaptar una fábrica en un tiempo ”imposible” hasta el momento. Wendell Weeks, el CEO de la compañía responsable de la fabricación, le aseguro a Jobs que por mucho que lo deseara, tenerlo en seis meses era impensable. Jobs lo miró fijamente y le aseguró ”Sí que puedes hacerlo. Hazte a la idea. Puedes hacerlo.”
Enmarcado en su despacho, Weeks tiene colgado el mensaje que Jobs le envió el día del lanzamiento del iPhone, después de haber logrado lo imposible. Decía: ”No podríamos haberlo hecho sin ti”.
No se trata de hacer cosas ilógicas, sino de concentrarse para ver cómo conseguir lo que hasta ahora parecía imposible.
3. Reinicio. Si has asumido el primer punto, teniendo claras tus prioridades; si te concentras en hacer lo óptimo y no menos; la consecuencia lógica es que si sabes que lo que has hecho lo puedes superar, no lo dudes, vuelve a empezar. Sepultar para resucitar.
Así fue como Apple resurgió como el ave Fénix, sepultando un producto casi terminado porque sabía que lo podía hacer mejor. Ésa es la clave de la excelencia, de las empresas llamadas a dejar un legado de valores duraderos. Ésa es la clave para que tu empresa, se dedique a lo que se dedique, sea capaz de llegar a lo más alto.
*Steve Jobs – La Biografía. Walter Isaacson. Editorial Debate. 2011.