7 sep'15

2 Prácticas que aumentan la atención de tu audiencia

“¿Por qué la gente se duerme en mis conferencias? Les gusta como escribo, pero sé que se aburren cuando hablo y no sé qué hacer.” Así se expresaba el conocido autor de un best seller empresarial que había arrasado en las librerías.

Universidades, asociaciones de empresarios, organizadores de congresos, se lo disputaban como reclamo y las salas se llenaban, pero terminaba siendo un fiasco.

Hay dos prácticas que hacen que el público esté más atento, pero sin embargo no muchos ponentes las llevan a escena.

La primera es tan simple que el orador ni siquiera debe hacer algo, salvo hablar con el técnico de las luces.

1. ¡Luces, por favor!

Lo normal en una exposición, es que las luces de la sala permanezcan apagadas y sólo el escenario esté iluminado. En teoría, esto es así para que la atención del público se centre en el orador sin que otras distracciones interfieran.

Sin embargo, según ha descubierto el neuromarketing, lo que se consigue es crear un ambiente propicio para echarse una “cabezadita”, disminuyendo el grado de atención.

Si se mantienen las luces de la sala encendida, sólo con eso, ya se aumenta un 30% más la atención del público, según afirma el experto en neuromarketing Jürgen Klaric. De hecho, él mismo es un conferenciante de éxito, y siempre en sus conferencias las luces permanecen encendidas. Este “truco” atencional, como es evidente, no muchos oradores lo tienen en cuenta siendo algo tan simple y eficaz a la vez.

2. ¡Sube y baja!

La-mo-no-to-ni-a-es-el-pe-or-e-ne-mi-go-de-la-a-ten-ción.

El monotono y el monoritmo hace que cualquier conferencia resulte soporífera. Nuestro cerebro adora las subidas y las bajadas de entonación y ritmo.

Aunque pueda parecer una aberración, en oratoria es mucho más importante la forma en que se dice algo que lo que se está diciendo en sí. Es decir, la entonación y el ritmo lo es casi todo para ganar la atención del público.

El yin y yan del taoísmo (fuerzas opuestas y complementarias), es esencial en el arte de hablar. Es clave subir y bajar el volumen, y subir y bajar el ritmo.

Para llevarlo a la práctica, tienes que identificar las ideas y palabras importantes de tu discurso y las que no lo son. Sobre estas últimas puedes pasar rápido. Pero cuando vas a decir algo importante, baja el ritmo.

Lo mismo con el tono. Sube los decibelios en aquellos puntos de tu discurso que requieran intensidad, y luego bájalos.

Es como interpretar una pieza musical, si todas las notas sonaran con la misma intensidad y ritmo, la música resultante sería incapaz de mantener la atención y mucho menos de “enganchar” y emocionar.

Vamos a hacer un pequeño ejercicio. Supongamos que la frase que vas a ver a continuación pertenece a tu discurso; debes decidir qué es lo más importante y, en función de eso, determinar la velocidad y entonación de cada parte.

La buena suerte no depende de las cosas que nos pasan o nos dejan de pasar. La buena suerte es el resultado de nuestra actitud ante la vida, de nuestra determinación para conseguir lo que deseamos.

Ahora que lo has decidido, di la frase en voz alta expresándola tal como la has marcado…

¿Cómo te ha sonado? ¿Realmente lo importante era lo que has subrayado? Si no es así, vuelve a marcar, y vuelve a practicar. Esa es la clave para que lo que digas atrape a tu público.

Por si tienes dudas o quieres contrastar el análisis de la frase, te decimos cómo la expresaríamos nosotros:

Pensamos que las palabras más importantes de la frase, porque dan las claves de la “buena suerte”, son: actitud y determinación. Así que el resto de la frase, estará supeditada a ellas.

Pasaríamos rápido y con un tono relativamente elevado sobre la primera parte de la frase hasta el punto. A partir de allí, bajaríamos el tono y el ritmo para crear contraste y despertar la atención. Diríamos “La buena suerte…” y haríamos una breve pausa para crear “suspense” y darle más importancia a lo que vendrá. “…es el resultado de nuestra…” ritmo medio y tono suave; en la palabra “actitud” subiríamos el tono pero pronunciándola más lentamente para subrayar su importancia. Después de la coma, haríamos otra pequeña pausa para que el público asimile, y repetiríamos la técnica para resaltar “determinación”, acelerando después, porque lo que sigue ya no es tan importante.

Prácticalo las veces que te haga falta en todos tus discursos. Pero si te resulta complicado estar midiendo eso de “hasta aquí lo digo así, y desde aquí hago esto o aquello”, te damos la clave para que eso fluya: ¡Concéntrate y siéntelo!

Si estás concentrado en lo que estás diciendo, en forma natural tu expresión pasará más rápido sobre lo que no es importante, se detendrá ante lo importante y tu público estará pendiente de tus palabras. Por supuesto, damos por hecho que tu contenido es interesante, si no, no te hubieran invitado a hablar 😉

Así que ya sabes, la luz es tu aliada y subir y bajar en los momentos oportunos, la clave para atrapar a tu público.

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