El efecto que multiplica la productividad de tu equipo sin poner un céntimo
“Ya no sé cómo hacer para que el personal rinda más –se quejaba el dueño de una empresa de servicios– les aumenté las comisiones, todos los días les recuerdo los objetivos de ventas, y apenas hay mejoras, ya no sé qué hacerles.”
Se ha demostrado que una de las formas más efectivas de motivar a las personas para que den lo mejor de sí, no es a través del dinero, ni del control permanente, ni de la presión sobre su rendimiento, sino mediante lo que se espera de ellas.
El conocido como efecto Pigmalión, en definitiva, consiste en que una persona tiende a cumplir las expectativas que los demás –o ella misma– tienen respecto a ella. Por eso, también se conoce como la profecía autocumplida.
Dicho así, parece algo absurdo. Pero existen multitud de estudios y ejemplos de la vida real que desde hace años lo confirman.
Ahora también la ciencia explica por qué se produce esto: cuando alguien confía en una persona y le transfiere esa confianza, el sistema límbico estimula la velocidad del pensamiento, aumenta la energía, la lucidez, la atención y la efectividad.
Las expectativas tienden a cumplirse cuando existe un deseo intenso que las propulsa.
En la Eurocopa de 2016, la Selección de fútbol de Albania, ha sorprendido a Europa gracias al cumplimiento de este efecto, provocado en esta ocasión por su entrenador, el italiano Gianni De Biasi.
Albania, a pesar de ser uno de los miembros fundadores de la UEFA, nunca había logrado clasificarse para la fase final de ninguno de los grandes campeonatos. Pero por primera vez en la historia, este año ha logrado entrar en la Eurocopa haciendo un digno papel, gracias a su entrenador.
Consultado en cómo había conseguido el “milagro”, el entrenador reveló que al formar el equipo le decía a cada jugador que fichaba: ‘A diferencia de todos los anteriores técnicos que has tenido, yo creo mucho en ti ’.
Este efecto se cumple tanto en el deporte, como en la empresa, la ciencia, el arte e, incluso, en el amor. Muchos cupidos” han provocado intensas relaciones sólo insinuando que determinada persona podría estar interesado en ella. A partir de ese momento, la persona asume un papel que realmente consigue seducir a la persona sugerida.
Las biografías de grandes científicos, deportistas, inventores o empresarios, están repletas de expectativas que los impulsaron a ser lo que fueron y, sin ellas, no hubieran sido quienes fueron.
Varios de los grandes avances de la humanidad, no se hubieran dado sin las expectativas y el deseo intenso de convertirlas en realidad.
John Kennedy lanzó el desafío de que el hombre debía llegar a la luna antes de términar la década del 60, y el 20 de julio de 1969 Neil Amstrong pisaba el satélite. Luther King tuvo un sueño de igualdad racial inconcebible en ese momento, y décadas después Barack Obama, siendo negro, asumió la presidencia de su país.
Cuenta Álex Rovira en su libro “La Buena Vida”, un sorprendente caso ocurrido en una multinacional de alta tecnología. En un experimento, el Departamento de Personal le comunicó a uno de los trabajadores de los últimos escalafones del servicio de limpieza que, entre los miles de empleados de la firma, él era el más capacitado para ocupar un alto cargo de responsabilidad técnica dentro de dos años. Por tanto, la empresa pondría a su disposición los medios que necesitara para conseguirlo.
El experimento sorprendió a los propios organizadores, porque la persona logró capacitarse en menos tiempo del previsto, y desarrollo un gran carisma ganándose la consideración de toda la organización. No sólo obtuvo el cargo que se le había mencionado sino que, con los años, alcanzó puestos de más alta responsabilidad.
Podríamos continuar con cientos de ejemplos, Steve Jobs y su famosa “distorsión de la realidad” que impulsaba a los demás a conseguir cosas “imposibles”; Nelson Mandela y su triunfo sobre el apartheid; Gandhi y su pacífica guerra que logró la independencia de la India; Elon Musk y sus revolucionarios sueños e inventos que han catapultado a PayPal, Tesla o SpaceX, y miles de otros casos que no son famosos pero que se dan cada día en empresas y personas.
Así que, amigo, si pretendes multiplicar la productividad de tu equipo, piensa en lo que ellos serían capaces de hacer y contágialos con la expectativa que tienes sobre ellos, trátalos convencido de que lo podrán lograr, y sorpréndete con los resultados.