¿La felicidad es la clave de la creatividad?
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¿Te acuerdas de cómo jugabas cuando eras pequeño? En una sola tarde eras capaz de crear universos enteros que desafiaban toda lógica y leyes de la física.
En mi casa siempre ha habido multitud de libros y para mí suponían mucho más que una tapa dura repleta de hojas, según el día, un libro podía ser una tienda de campaña para mis juguetes o la puerta a un nuevo universo plagado de naves de Lego o una rampa para el garaje de mis coches favoritos o una alfombra voladora o… cientos de cosas de las que ya ni me acuerdo y que hoy sería incapaz de imaginar.
Esto se debe en gran parte a cómo hemos sido educados. Nos hemos centrado excesivamente en optimizar nuestros esfuerzos para encontrar la solución “única” y lógica cualquier problema, hemos hecho del pensamiento convergente nuestra mejor herramienta.
Pensamiento divergente vs convergente
El pensamiento convergente o vertical, se caracteriza por encontrar la “única opción correcta” ordenando de manera lineal y razonada la información disponible.
Pero todos sabemos que los problemas se pueden resolver de muchas formas, solo tienes que saber cómo llegar a ellas. Y aquí es donde entra en juego el pensamiento divergente o lateral.
Este término fue acuñado, hace más de 60 años, por el psicólogo estadounidense Joy Paul Guilford y se caracteriza por la generación de múltiples soluciones originales a un mismo problema, buscando la dispersión frente a la concentración de ideas.
¿En qué consiste el pensamiento divergente?
El pensamiento lateral se descompone, principalmente, en cuatro factores que son necesarios para generar ideas que estén “fuera de la caja”:
- Fluidez, entendida como la capacidad para generar numerosas soluciones, incluso aunque no sean útiles.
- Flexibilidad, habilidad para adaptarse a distintos contextos, campos o planteamientos.
- Originalidad, como búsqueda de soluciones diferentes, innovadoras e ingeniosas.
- Elaboración, grado de detalle más trabajado que te permite desarrollar ideas más complejas con mayor definición.
Por otro lado, según la hipótesis de Sapir-Whorf, el lenguaje supone un elemento crucial en este modelo, ya que las redes semánticas de las distintas personas conforman el modo en la que pensamos.
Esto implica que una persona con una red semántica más horizontal y laxa será capaz de generar más conexiones que a priori puede ser que no tengan ninguna lógica pero que desembocan en una solución creativa y original a un determinado problema.
Mientras que aquellas personas con una red semántica vertical y más definida optarán por la solución que, en principio, sea más lógica dada la información conocida.
¿Cómo potenciar el pensamiento lateral?
Existen distintos estudios, como el de Nina Lieberman, que han determinado que existe cierta correlación entre el nivel de felicidad o alegría y el grado de creatividad de las personas.
Por otro lado, se ha investigado cómo el sueño afecta a la creatividad y adivina qué: no hay nada como estar bien descansado para conseguir conexiones más ágiles y originales.
Además, a diferencia del pensamiento vertical que nace del estudio de hechos, el divergente surge de los estímulos, de forma que mediante la asociación libre de ideas, distintos estímulos permitirán llegar diferentes soluciones, caminos u opciones.
Es decir, para ser creativo hay que ser muy feliz, dormir mucho y bien y vivir multitud de experiencias, aunque si quieres, también puedes optar por hacer alguno de estos ejercicios que te ayudarán a generar mejores ideas 😉
Conclusión
El pensamiento divergente es una herramienta poderosísima para la generación de ideas originales y la búsqueda de posibles soluciones a un problema.
No obstante, el convergente es también fundamental para conseguir identificar aquellas soluciones con un mayor grado de utilidad y que se ajusten a la realidad y el contexto en el que se enmarca el problema.
De modo que nuestra recomendación es la siguiente: sé feliz, descansa y vive todas las experiencias posibles, para que al final, puedas escoger la mejor decisión dentro de una gran piscina de ideas.