La Inteligencia Emocional y el trabajo en equipo, amor a primera vista
La última vez que hablamos de Inteligencia Emocional (IE) analizamos cuáles eran sus componentes y pudimos comprobar lo importante que es para desarrollar una comunicación efectiva.
Hoy vamos a descubrir lo bien que le sienta a la gestión o dirección de equipos.
Y es que el desarrollo de los diferentes aspectos que engloban la IE nos van a permitir construir equipos emocionalmente más inteligentes que tendrán un mejor desarrollo de sus funciones y relación entre compañeros, con una comunicación fácil y directa, más confianza y un mayor sentimiento de pertenencia.
No obstante, no hay que olvidar que la Inteligencia Racional también es muy importante y que los equipos deben estar bien compensados.
¿Cómo integrar la IE en mi equipo de trabajo?
Para incorporarla a tu equipo, tienes que trabajar en tres niveles:
Nivel 1. Construcción del equipo
El primer paso de todos es definir el objetivo del equipo. Es punto es fundamental, ya que te permitirá determinar las cualidades y aptitudes que necesitarán los miembros del equipo para lograrlo.
El segundo es incorporar la IE a tu proceso de selección. De esta forma podrás identificar los diferentes perfiles de que dispones y junto con los conocimientos y experiencia de cada persona, crear equipos totalmente enfocados a la consecución de ese objetivo.
Por último, hay que definir de forma clara y sin ambigüedades las tareas, fechas de entrega y roles de cada integrante. Este punto es clave para evitar malentendidos en el futuro, si todo el mundo sabe qué tiene que hacer, cuándo lo tiene que entregar y a quién tiene que reportar, el trabajo irá como la seda 😉
Nivel 2. La persona
En este caso es importante que cada uno de los participantes sienta que colabora en el proyecto y que en su día a día su trabajo ayuda a la consecución del objetivo.
Por otro lado, tienes que generar el caldo de cultivo idóneo para que cada trabajador se sienta motivado y con la confianza suficiente como para proponer nuevas ideas y enfoques, es decir, sean proactivos.
En esta misma línea, también hay que tener cuidado con la gestión del ego de los distintos miembros para evitar conflictos futuros.
Finalmente, escucha de forma activa a todos los integrantes y presta atención al lenguaje (verbal y no verbal) que utilizan para referirse a los conflictos o logros del equipo, ya que pueden ser muy reveladores.
Nivel 3. El equipo
Un elemento clave del éxito de tu equipo es la comunicación. Debes definir los canales, así como los medios, estilos, etc. que vais a utilizar.
Es fundamental construir una base sólida que desarrolle unos flujos de comunicación sanos, fluidos y en todas direcciones. Ello permitirá que cada componente del equipo conozca mejor al resto, generando una relación más fuerte y una mejor experiencia de trabajo.
Para terminar, no olvides reconocer el éxito y esfuerzo de cada miembro públicamente, pero reserva los “tirones de oreja” para cuando estéis a solas y siempre centrando el problema en la acción concreta, nunca en la persona que la lleva a cabo.
Bola extra
No olvides que para mejorar tienes que medir resultados, por ello resulta muy interesante realizar evaluaciones tanto al inicio como al final de cada proyecto o dinámica para identificar las distintas áreas de mejora, así como los puntos fuertes del equipo.
Una vez identificados tienes que comprobar con los recursos de que dispones cómo vas a corregir los puntos débiles y cómo potenciar los fuertes.