Vrío se escribe con uve de Valor
No, no nos hemos vuelto locos, en SG seguimos tan in love de la ortografía como siempre, pero hoy vamos a hablar de una herramienta de análisis tan genial que, en el nombre del branding, vamos a concederle esta pequeña licencia 😉
El análisis VRIO fue desarrollado a principios de los años 90 por el profesor Jay Barney y su principal objetivo es la identificación de aquellos recursos y capacidades de una empresa que van a suponer una fuente de ventaja competitiva a lo largo del tiempo.
A diferencia del DAFO, se centra únicamente en el análisis interno de la empresa, es decir, sus Debilidades y Fortalezas, y en consecuencia ahonda en su estudio y las conclusiones que se extraen de él van mucho más allá.
Variables del análisis VRIO
Para identificar las ventajas competitivas se plantean cuatro variables bajo las que revisaremos los recursos y capacidades de la compañía:
- Valor: consideramos que aportan valor cuando la empresa pueda utilizarlos para aprovecharse de una oportunidad, defenderse de alguna amenaza o superar una debilidad.
- Raros: la rareza o escasez viene determinada por cuántos de nuestros competidores pueden acceder a ellos. En el caso de que seamos los únicos en contar con este/os elementos partimos de una posición genial.
- Imitabilidad: si la ventaja que disfrutamos es fácilmente copiable o sustituible, le resta relevancia, ya que pierde el atractivo del largo plazo.
- Organización: quizás la variable menos evidente a primera vista, pero puede que la más importante, ya que hace referencia a la capacidad de la empresa a la hora de explotar eficiente y eficazmente ese recurso o capacidad.
Matriz competitiva
Una vez identificados los distintos recursos y capacidades se colocan en una matriz que determinará si se disfruta de una ventaja competitiva sostenible en el tiempo, sin explotar o temporal, además de si tenemos una paridad competitiva o supone una “desventaja”.
- Desventaja competitiva: ocurre cuando el recurso o capacidad no aporta ningún tipo de valor a la firma.
- Paridad competitiva: se da en el caso de que aporte valor, pero sea común entre los competidores. Esto nos pone al nivel estándar del mercado.
- Ventaja competitiva temporal: como indica su nombre, se trata de un elemento que aporta valor y es raro o escaso, pero fácilmente copiable por las empresas rivales (potenciales y actuales).
- Ventaja competitiva sin explotar: en este caso es valiosa, rara e inimitable, pero la firma no es capaz de utilizarla. Se trata de una posición un tanto agridulce, el perro del hortelano de la estrategia, porque nadie puede beneficiarse de ella, incluida la compañía poseedora de ella.
- Ventaja competitiva sostenible en el tiempo: se trata de la joya de la corona y se dan cuando además de valiosa, rara e inimitable, la organización es capaz de sacarle provecho. De esta forma, se obtiene una ventaja frente al resto de competidores, que muy difícilmente podrán superar.
Como has podido comprobar, se trata de una herramienta muy interesante y que realmente ayuda a construir un marco para la toma de decisiones estratégicas, por ello, si te ha gustado cuéntanoslo y prepararemos más artículos profundizando en su uso. 😉