Los 4 pasos para convertirte en un orador interesante
Como empresario, directivo o profesional, la cualidad de expresarte en público con fluidez es muy importante. Sin embargo, el 85% de las personas siente miedo al hacerlo y eso limita sus posibilidades de avanzar.
El famoso inversor, Warren Buffet, incluso llegó a cuantificarlo. El sostenía que “puedes mejorar tu valor como persona en un 50% con solo poder hablar en público sobre tus ideas”.
Puedes pensar, “claro, eso lo dice porque es un famoso inversor y empresario y siempre ha tenido esa capacidad”.
Pues no. El Sr. Buffet tenía tanto pánico de hablar en público que cuando estudiaba en la universidad procuraba evitar las asignaturas y los profesores que sabía que le harían exponer ante sus compañeros.
Decidido a superar ese miedo, se propuso hacer el curso de Dale Carnegie, uno de los más prestigiosos y efectivos cursos para hablar en público. Cuando iba camino a su primera clase… se volvió a casa por el pánico que le daba tener que enfrentarse a un público.
Lo intentó en una segunda ocasión y, esta vez sí, asistió y al finalizar el curso, logró superar sus miedos y desempeñarse con soltura ante todo tipo de audiencias, incluso, ante el Congreso de los EE.UU.
Lo logró porque dió el primero de los cuatro pasos para hablar en público, el que veremos a continuación. Sin él, no lo podrás conseguir.
1. ¡Decídete!
¿Sabías que el que está considerado el mejor orador de todos los tiempos era tartamudo?
Pues así es. Demóstenes no solo tartamudeaba, también tenía dificultades para pronunciar la letra “R”. Por esta razón, en sus primeras intervenciones públicas la gente se burlaba de él.
Sin embargo, se había propuesto ser capaz de transmitir con elocuencia sus ideas. Y vaya si lo consiguió.
En su época, el rey Filipo II de Macedonia, hostigaba a las ciudades-estado griegas, entre ellas, Atenas, su amada ciudad. Esto le enfurecía y quería convencer a sus conciudadanos de que lucharan contra Filipo.
Un contemporáneo suyo, Esquines, destacaba por su gran oratoria y era considerado su gran rival en las declamaciones públicas.
Cuando hablaba Esquines, la gente decía “qué bien que habla”. Pero cuando lo hacía Demóstenes exclamaba: “¡Marchemos contra Filipo”.
De hecho, gracias a su elocuencia, se produjo el histórico levantamiento de Atenas y Tebas.
¿Has tomado la Decisión (así con mayúsculas) que asumió este tartamudo? Pues entonces, vamos al paso con el que conseguirás el 90% del éxito.
2. ¡Prepárate!
Dale Carnegie afirmaba que la preparación es el 90% de la presentación. En otras palabras, si te preparas adecuadamente, lo tienes prácticamente todo hecho.
La preparación debe tener en cuenta dos aspectos:
CONTENIDO
Esta es realmente tu especialidad. Sabes qué ingredientes debes utilizar para elaborar tu receta. Quienes te escuchen, con toda probabilidad, sabrán mucho menos que tú del tema que presentes.
Debes definir los contenidos que vas a presentar y, sobre todo, tener muy claros los tres mensajes más importantes con los que quieres que la gente se vaya en la cabeza.
Debes preguntarte: al terminar la exposición ¿Qué tienen que tener claro o saber los asistentes?
Eso marcará el norte de tu exposición y te permitirá avanzar con claridad.
Todo buen discurso consta básicamente de tres partes:
Intro. Aquí es cuando debes llamar la atención y crear expectativa sobre el tema. Lo ideal es empezar con una información sorprendente, una historia o algo que despierte la curiosidad.
Desarrollo. Expones todo el tema teniendo en cuenta que sea comprensible y que debes incluir varios puntos de interés para que no decaiga la atención. Para ello, te vendrá bien emplear metáforas, historias, gráficos, objetos ilustrativos, experimentos, etc.
Cierre. Es momento de asegurarte que los mensajes queden claros. Puedes hacer una síntesis o incluir un ejemplo que deje en evidencia la lección.
Cierra con contundencia aunque luego siga una ronda de preguntas. El inicio y el final suelen marcar la impresión con la que quedará la audiencia.
PUESTA EN ESCENA
La segunda parte de la preparación es la puesta en escena. Cómo presentarás los contenidos que has elaborado.
Esta parte es tan importante como la primera. Puedes explicar las cosas más extraordinarias pero sin una buena puesta en escena será como presentar la obra más sublime de Picasso por la noche y con la luz apagada, pasará desapercibida.
IMPORTANTE: no te aprendas de memoria palabra por palabra tu discurso o sonarás muy artificial. Ten claros los conceptos que debes transmitir, pero no memorizada cada palabrita.
Tu voz, tus gestos, tu emoción, tus metáforas, tus historias, tus ejemplos… son la luz que harán brillar tu particular Picasso.
3. ¡Confía!
La preparación es la clave para tener confianza, pero aún así, es probable que continúes con muchos ne-ne-nervios. El principal culpable de esto es el Sr. EGO.
Exacto. Estamos tan concentrados en pensar “¿salgo bien?”, “¿qué dirán de mí?”, “¿y si no me sale bien?” y etcétera, etcétera, etcétera, yo, yo, yo…
¿Qué es lo peor que te puede pasar? ¿Te van a condenar a la hoguera? ¿Te encerrarán por siempre jamás? La cosa no es tan dramática, tu vida no está en riesgo. Podrás hacerlo mejor o peor y siempre tendrás la ocasión de ir mejorando, como nuestro amigo Demóstenes.
Si te fijas, todo el foco lo estás poniendo en ti, cuando debe estar en las personas a las que vas a ayudar con tu presentación. En el momento en que piensas en ellos, en cómo hacerles comprender mejor el mensaje que les vas a transmitir, en verlos como aliados porque en realidad lo son ya que van a escucharte para aprender algo. Concéntrate en ellos, no en ti.
4. ¡Practica!
Así como cuando naciste no sabías caminar pero aprendiste a gatear, a ponerte de pie y, finalmente a caminar perfectamente gracias a la práctica, con esto ocurre exactamente igual.
Practica, practica y practica. Siempre que tengas ocasión, exprésate ante tus amigos, ante otras personas, en público, grábate en vídeo, practica, practica y practica.
El hábito con el que muchas personas han logrado mejorar es echar mano del móvil y grabarse todos los días de tres a cinco minutos. Puedes presentarte ante ti mismo, decir tus objetivos del día, evaluar tu día al finalizarlo, expresar un tema, contar una anécdota que te haya pasado, etc.
Procura expresarte poniendo el corazón. Pon énfasis, varía los ritmos, haz pausas… La misma frase puedes repetirla de diversas maneras, etc.
Cuando adquieras más confianza, esos microvídeos puedes enviarlos a tus personas de confianza y explicarles que estás practicando para mejorar tus habilidades de oratoria, y preguntarles su opinión, etc. Esa exposición diaria a la cámara del móvil verás que te irá dando mayor confianza.
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Estos cuatro pilares han sido los cimientos para que miles de personas lograran convertirse en magníficos oradores. Por supuesto, tú también puedes lograr hablar en público con fluidez e incrementar así tu valor profesional, como sostiene Warren Buffet, aunque eso no te garantice convertirte, como él, en un multimillonario. 😉