¿Cómo saber si tu logotipo necesita un restyling?
¿Necesita mi logotipo un restyling? Para muchos empresarios esta cuestión es como si le preguntaran si necesita una cirugía estética.
Muchos fundadores –o sus herederos– han iniciado su actividad vinculados a una determinada imagen. Emocionalmente están estrechamente vinculados a ella y les es muy doloroso un cambio por lo que se resisten a realizarlo aunque muchos se lo señalen y en el fondo sepan que es necesario.
Por otro lado, algunos directivos al ser encumbrados a las altas esferas quieren dejar patente que con ellos empieza una nueva era y quieren cambiar la identidad corporativa de su compañía para demostrarlo. Independientemente de si es o no necesario ese cambio.
Entonces ¿Cómo saber si conviene conservar el logotipo o ha llegado el momento de renovarlo?
El logotipo de una marca es una de las formas más elocuente de mostrarse al mundo. Es como su rostro y su estampa. Por eso, no es una cuestión baladí ya que un cambio afecta directamente al reconocimiento y la identificación que ya está registrada en la mente del público.
Puestos a pedir, lo ideal es que la identidad nunca cambie. Que siempre transmita lo que debe transmitir. Que al verla, se reconozca fácilmente y se asocie a los valores y a la esencia de la empresa.
Peeeero… no todos los logotipos envejecen bien. O se han producido cambios relevantes en la compañía que dejan obsoleta una imagen o hace que ya no la represente adecuadamente.
Entonces la pregunta inicial es: ¿Qué cuenta de mi empresa este logotipo?
Si sigue transmitiendo adecuadamente lo que es la empresa y hacia donde se dirige. No lo toques o solo haz los ajustes necesarios.
Hay identidades corporativas que parece que el paso del tiempo no les afecta y se mantienen actuales siempre.
Por citar un par de ejemplos emblemáticos. El caso de Coca-Cola que ha conservado su esencia desde que se fundó: la forma básica de su singular tipografía, su línea ondulada, su color. Ha hecho ajustes, sí, pero los mínimos.
También Mobil, que ha conservado el diseño original de su logotipo hasta el día de hoy, realizado en 1964 por Tom Geismar. Ha sobrevivido, incluso, a su adquisición por Exxon en 1999.
También Lufthansa ha mantenido su esencia aunque se ha sometido a pequeñas “cirugías estéticas” para funcionar mejor en la era digital. Muchos ni siquiera han percibido el cambio.
Si en la reflexión nos damos cuenta que el logotipo ya no está en armonía con lo que es hoy la compañía, se impone la necesidad de hacer el cambio para restablecer la sintonía entre lo que
se es y lo que se expresa.
En resumen, ¿Cómo sé si mi logotipo necesita un restyling?
Puede haber muchas razones, pero las principales son las siguientes.
• El logotipo es complejo y tiene problemas en su aplicación. Por ejemplo, el primer logotipo de Apple –que apenas se mantuvo un año– representaba a Newton bajo un manzano. Tuvo que ser sustituido porque aquello no había forma por dónde cogerlo por su complejidad, parecía más un cuadro que un logotipo.
Sin llegar a ese extremo, hay identidades que no funcionan bien en los diversos soportes, especialmente con las nuevas exigencias de los dispositivos digitales y se impone un cambio.
• Ya no representa lo que es hoy la compañía o está desfasado. Esto le ha pasado a empresas como Renfe, que ha ido cambiando para poder representar la “innovación y la modernidad” que querían atribuirle a la marca. En su momento, el logo manuscrito de la compañía transmitía ese concepto pero en los 70 ya no representaba lo mismo. Fue cuando apareció la famosa “galleta” de Renfe en 1972. Pero en 1988, el diseñador Cruz Novillo, debió actualizarla para seguir transmitiendo los conceptos. Luego, en 2009 se volvió a cambiar.
Pero la lista puede ser muy extensa de empresas que han debido actualizarse para seguir representando los valores que sustentan y transmitir lo que son. Google, MasterCard, Burger King, Netflix, Starbucks, BBVA, etcétera, etcétera, etcétera.
Este es uno de los aspectos que más les cuesta reconocer a los empresarios que aman su logotipo. Por eso, es tan importante escuchar la opinión de otros e intentar captar la percepción que tienen
los clientes de la marca.
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Como ya hemos mencionado, lo ideal es conservar el mismo logotipo y, si es necesario, ir actualizándolo en forma casi imperceptible para conservar la identidad. Pero hay momentos en los que ese cambio es esencial por el bien de la marca.
Hemos tenido casos en los que un restyling ha contribuido de modo significativo para recobrar la confianza de clientes y proveedores e, incluso, ha sido un revulsivo de las ventas.
Pero cuidado, si el cambio no era necesario puede ser negativo, como le pasó a GAP, que tuvo que deshacer el cambio y volver a su antiguo logotipo.
Por eso, es tan vital que haya una gran armonía entre la esencia de la marca, lo que desea transmitir y el logotipo que la representa. Si está todo en sintonía, no cambies. Si algo no encaja, es momento de un restyling.